Regresar después de una Pandemia, nunca fue más difícil… calentar los corazones para lanzarnos nuevamente a las zonas rurales a misionar, también se complicó. Pero el ánimo nunca decayó y, finalmente se logró el objetivo.
10 varones, 18 señoritas y 49 miembros de 13 diferentes familias de Mano Amiga Tapachula, se dieron cita este año durante la Semana Santa en comunidades de Escuintla y en los hogares del Ejido Hidalgo para llevar el mensaje de Dios hasta el último rincón.
Con un corazón lleno, se trabajó arduamente la capacitación previa, se fortaleció la fe de todos los misioneros y se llenaron los morrales de estampas y rosarios, pero también de grandes ilusiones por convertirse, nuevamente, en misioneros.
El momento culmen fue la Misa de Resurrección, en la Catedral San José de Tapachula, celebrada por Monseñor Jaime Calderón, quien agradeció el trabajo de todos los misioneros y el hecho de saber que todo esfuerzo, vale la pena, que la misión sería grande porque grande es el tamaño del corazón de cada misionero.
“Lo que más llena mi corazón es tocar las puertas, es ver los rostros de las personas al momento de salir a las casas. La alegría me desborda.” E. Salas.
“Tenía mucho miedo, sentía que no era el indicado para ser responsable, pero me motivó y me ayudó mucho mi líder. Y me ilusionaba pensar en que mis amigos iban a poder experimentar la alegría que sintió mi corazón el año pasado. Con que uno lo haya vivido, sé que valió la pena.” Y. Landa
