Con la presencia de padres de familia, personal y alumnos, el 28 de febrero en punto de las 8:00 a.m. Mano Amiga León reconoció a su capellán P. Pablo López, L.C. por 50 años de sacerdocio, agradeciendo su ejemplo de entrega y sacrificio desde que se ordenara sacerdote el 6 de febrero de 1967.
Y qué mejor celebración que una emotiva misa que fue presidida por él mismo y concelebrada por los sacerdotes Legionarios: P. Carlos Franco, P. Sergio de la Torre, P. Jorge Reyes, P. Juan María Márquez, y P. Diego García López de Soria. Todos ellos, acompañando con mucho cariño a su hermano en Cristo para festejar este gran acontecimiento.
Para este festejo también pudieron contar con la presencia del P. Gustavo Fernández, L. C., los hermanos Misael Parra y Alfredo Patlán, además de familiares del P. Pablo como sus hermanas la Sra. Guadalupe y la Sra. María Concepción; ésta última además asistió en compañía de su esposo el Sr. Carlos Arellano y su hijo Aurelio Arellano.
Durante la homilía, resultó muy conmovedor escuchar a nuestro querido capellán pedir perdón por no poder dar más de sí en su ministerio y por no alcanzar a acercar más almas al Cielo por medio del Sacramento de la Reconciliación, poniendo como ejemplo al gran Santo San Juan María Vianey.
Pero viéndole, uno se preguntaría si no serán suficientes los 40 años que trabajó incansablemente como misionero en el alejado poblado de Kantunilkin en Quintana Roo y su inigualable espíritu de servicio. Hoy en día el P. Pablo, podría estar ya gozando de un muy merecido descanso, pero su fidelidad a Dios y el amor a su misión, le dan la fuerza para seguir desgastando su vida por Cristo.
Después de la Celebración Eucarística los alumnos de las tres secciones del Colegio (preescolar, primaria y secundaria) prepararon con mucho cariño emotivos detalles para demostrar su cariño al P. Pablo, además de un ramillete espiritual de parte de todo el Colegio.
Desde que nuestro querido capellán, llegó a Mano Amiga no ha dejado de dar muestras de su labor incansable, convirtiéndose en un claro ejemplo de que aquél que ama lo que hace y ofrece a Dios su esfuerzo y dedicación, no sentirá el hastío de la encomienda.
¡Gracias P. Pablo, por su fidelidad, entrega, dedicación, compromiso, celo apostólico y, sobre todo, por su amor a Dios y a sus fieles!